Capítulo tercero del libro “Principios de Crecimiento Espiritual”

Hay dos preguntas que todo creyente debe establecer lo más pronto posible. La primera es: ¿Me acepta Dios completamente? y, si me acepta, ¿Sobre qué base lo hace?  Esto es crucial. Que devastación satura a menudo la vida de un individuo, joven o viejo, rico o pobre, salvo o no, cuando no está seguro de ser aceptado, aún a nivel humano.

Con todo, muchos creyentes, ya sean “esforzados” o “vegetales”, van por la vida sin este hecho precioso sobre el cual descansar y construir. “en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cuál nos hizo aceptos en el Amado,” (Efesios 1:5-6).

Todo creyente es aceptado por el Padre, en Cristo. “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”; (Rom.5:1). La paz es de Dios hacia nosotros, a través de su amado Hijo, sobre esto es que ha de basarse nuestra paz. Dios es capaz de estar en paz con nosotros a través de nuestro Señor Jesucristo, “haciendo la paz mediante la sangre de su Cruz ”(Col.1:20). Y nunca debemos olvidar que Su paz está fundada únicamente en la obra de la Cruz, totalmente aparte de cualquier cosa que haya en o de nosotros, ya que “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.” (Rom.5:8).

Nuestra fe se vuelve en una actitud fija, una vez que comienza a descansar en este hecho maravilloso. Esta es la influencia que da estabilidad y que la mayoría de los creyentes está necesitando hoy. Hace un siglo, J.B. Stoney escribió: “El Dios bendito nunca altera o diverge de la aceptación en la cual nos ha recibido por la muerte y resurrección de Jesucristo. ¡Hay! Nosotros nos movemos del estado, del cual  Dios no lo hace para con nosotros, como se registra en Romanos 5:1-11. Muchos suponen que como están conscientes de pecado, deben entonces renovar su aceptación con Dios.

“La verdad es que Dios no ha cambiado. Sus ojos descansan en la obra completa de Cristo para el creyente. Cuando no estás caminando en el Espíritu, estás en la carne; has volteado hacia el hombre viejo el cual fue crucificado sobre la Cruz (Rom.6:6). Debes de ser restaurado al compañerismo, y cuando sucede, encuentras que tu aceptación con Dios no cambia y es incambiable. Cuando el pecado se presenta hay el temor de que Dios ha cambiado. El no ha cambiado, pero tu sí. No estás caminando en el Espíritu sino en la carne. Has de juzgarte a ti mismo para ser restaurado. “Porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados.” (Mateo 26:28)  Pero si tus pecados no son encarados allí, ¿dónde podrán ser?, “Pues donde hay remisión de estos, no hay más ofrenda por el pecado.” (Hebreos 10:18). Dios ha efectuado la reconciliación; Él permanece fiel a ella; y la tendencia es a suponer que Dios ha cambiado para con nosotros. El ciertamente juzgará la carne si nosotros no lo hacemos, pero El nunca se separa del Amor que ha expresado al hijo pródigo;  y nosotros nos damos cuenta que cuando la nube, que nuestro caminar en la carne ha producido, pasa, Su amor, bendito sea su nombre, nunca cambió.”

La base de Dios, debe ser la nuestra para la aceptación. No hay otra. Somos “Aceptos en el Amado”. Nuestro Padre está completamente satisfecho con Su Amado Hijo para nuestro beneficio, y no hay razón para que nosotros no lo seamos también. Nuestra satisfacción sólo puede brotar de Su satisfacción y allí descansar. Es, de Dios hacia nosotros y no de nosotros hacia Dios. J.N. Darby fue muy claro en esto: “Cuando el Espíritu Santo razona con el hombre, no lo hace sobre la base de lo que el hombre es para Dios, sino en lo que Dios es para el hombre. Las almas razonan sobre la base de lo que son en ellas mismas para ver si Dios podrá aceptarles. Dios no puede aceptarte así; buscas justificación en ti mismo como base para ser aceptado por Dios. Tú no podrás obtener paz al razonar de esta manera.

“El Espíritu Santo razona sobre la base de lo que Dios es, y esto produce un cambio total en mi alma. No es que yo aborrezco mis pecados; por cierto, yo podría estar andando muy bien; sino es que yo me aborrezco a mí mismo. Así es como el Espíritu razona; Él nos muestra lo que somos, y esa es la razón por la cual Él, a menudo parece ser muy duro y no da paz al alma mientras no seamos aliviados y hasta que experimentemos desde nuestros corazones el conocimiento de lo que somos.

“Hasta que el alma no llega a ese punto el Espíritu Santo no le da paz, no le puede dar paz; estaría sanando la herida livianamente. El alma tiene que continuar hasta encontrar que no hay nada en que descansar sino en la bondad abstracta de Dios; y entonces, “Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?”(Romanos 8:31b).

Tristemente hoy, muchos creyentes en realidad razonan justo al revés, de ellos mismos hacia Dios. Cuando todo va bien, y Dios parece estar bendiciendo, entonces sienten que Dios les ama y los acepta. Pero cuando están tambaleando y todo parece seco y duro, entonces sienten que Dios no les ama ni los acepta. ¿Cómo puede ser esto? No hay nada en nosotros que nos recomiende ante Dios, nuestra aceptación comienza en Cristo, además está el hecho de que la mayor parte de nuestro verdadero desarrollo espiritual viene a través de los tiempos secos y duros. Gracias a Dios, Él nos ha aceptado en Su Hijo y sobre este hecho debemos descansar nuestra fe. Como en la justificación, nuestra aceptación es solamente por gracia.

El libro clásico – Romanos, Versículo por Versículo, Wm. R. Newell presenta algunos pensamientos penetrantes acerca de esta gracia:

“No hay motivo en la criatura por la cual la gracia deba de ser mostrada, la criatura debe ser librada de intentar dar motivo a Dios para cuidarle.” “Ha sido aceptado en Cristo, ¡quien es su posición!” “El no está a prueba.” “Ya que su vida ha terminado, no existe más delante de Dios: él murió en la Cruz, y Cristo es su vida” “La gracia una vez otorgada nunca es retirada: ya que Dios conocía todas las necesidades humanas de ante mano; Su acción fue independiente de ellas, no, dependiente de ellas.”

“Creer y consentir ser amado sin merecerlo, es el gran secreto.”

“Evitar hacer resoluciones y votos; porque eso es confiar en la carne.”

“Esperar ser bendecido, aún reconociendo más y más la falta de mérito.”

“Confiar en la disciplina (entrenamiento al hijo) de la mano de Dios como señal de Su bondad.”

“Esperar ser mejor (para ser aceptado) es fallar en verte a ti mismo sólo en Cristo.”

“Estar decepcionado de ti mismo es haber creído en ti mismo.”

“Estar desanimado es incredulidad- en el propósito de Dios y el plan de bendición para ti.”

“Ser orgulloso ¡es estar ciego! Ya que no tenemos derechos ante Dios por nosotros mismos.”

“La falta de bendición divina, por lo tanto, viene por la incredulidad y no por fallar en la devoción.”

“Predicar devoción primero y bendición después es invertir el orden de Dios y es predicar Ley, no Gracia. La Ley hace que la bendición del hombre dependa en su devoción; la Gracia confiere bendición incondicional e inmerecida: nuestra devoción puede continuar, pero no siempre sucede así en una medida apropiada.”

¿Acaso hemos estado temerosos de creerle a Dios?  ¿Han estado algunos temerosos incluso de permitir que otros crean a Dios realmente? Nunca debemos olvidar que “Los caminos de Dios no siempre son los caminos del hombre. Para algunos hombres el constante peligro es el único estímulo para la acción, y muchas religiones y psicologías dependen del temor para mantener a sus discípulos en línea. El temor, también, tiene un lugar en el Cristianismo, pero Dios tiene motivaciones más altas y efectivas que el temor, y una de ellas es el amor. A menudo el temor después de un tiempo produce sólo insensibilidad, pero el amor florece del amor. Prometer al hombre la certeza de su destino, puede parecer, a nivel humano, como jugar con fuego; pero esto deja a Dios fuera de cuadro. Aquellos que tienen una más profunda apreciación de la Gracia no continúan en pecado. Además, el temor produce la obediencia de esclavo; el amor engendra la obediencia de hijos.” – J.W.Sanderson Jr.

“Y si la trompeta diere sonido incierto, ¿quién se preparará para la batalla? (1 Corintios 14:8). Hasta que el cristiano esté absolutamente y escrituralmente seguro de su posición, no tendrá mucha firmeza. “Estad, pues, firmes,” (Efesios 6:14a).

“Y el mismo Jesucristo Señor nuestro, y Dios nuestro Padre, el cual nos amó y nos dio consolación eterna y buena esperanza por gracia, conforte vuestros corazones, y os confirme en toda buena palabra y obra” (2 Tesalonisenses 2:16,17).

 

Feliciano Briones
Cursos Bíblicos
Apartado 2.459
28080 MADRID

Leave a Comment

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.

WeCreativez WhatsApp Support
Nuestro equipo de atención al cliente está aquí para responder a sus preguntas. Pregúntanos cualquier cosa!
👋 Hola, ¿cómo puedo ayudar?