Siete pasos mínimos para un adecuado control de las finanzas de la iglesia con el fin de que pueda servir de ayuda:

1. Recibir: todo dinero que reciba la iglesia, por ofrendas, contribuciones, donaciones, diezmos, primicias, etc. Debe ser ingresado a la tesorería de la iglesia. Luego de la oración de consagración de las ofrendas, el dinero debe llevarse a un lugar seguro. El tesorero o el comité de finanzas designará a las personas que en los respectivos cultos se encargarán de levantar las ofrendas. Tenemos aquí dos recomendaciones:
a) Levantar la ofrenda en el período del culto que corresponde a la adoración. Con profundo sentido de responsabilidad y entrega. Debe prepararse un momento especial a través del cual se convoca al pueblo de Dios a entregar sus diezmos y ofrendas.
b) Levantar la ofrenda desde el fondo del salón hacia adelante. Eso evitará que —como ha pasado en algunas iglesias— la ofrenda sea arrebatada a los encargados de levantarla cuando se encuentran terminando su tarea.

2. Contar
Esta tarea es responsabilidad del tesorero y/o el comité de finanzas. Sin embargo en algunas congregaciones se nombran personas especiales para esta tarea. Deben contar toda ofrenda, diezmos y llenar planillas especiales donde conste la contribución de cada miembro. Esa planilla debe ser entregada al tesorero con el dinero que corresponde. La mayoría de las iglesias, —para evitar problemas— tienen un número asignado para cada miembro. Ello permite un auto control del que ofrenda sin que se conozca su nombre.

3. Depositar
El dinero recibido y contado debe depositarse en el banco. Función que realizará el tesorero o la persona designada. El depósito tiene que ser igual al valor contado. También algunas congregaciones autorizan a los contadores de ofrendas para que hagan el respectivo depósito en el banco. En ese caso las planillas con el total del dinero debe ser igual a las boletas de depósito y la documentación debe entregarse al tesorero.

4. Egresar
Todo pago que se realice debe ser de acuerdo al presupuesto. El tesorero debe emitir cheques por cada pago, guardando el control de pago y el comprobante para su seguridad. De esa manera no tendrá problemas por pérdida de datos de pagos realizados, pues el control del cheque le permitirá llevar el orden. Para gastos pequeños puede tener lo que se llama una «caja chica» con una cantidad de dinero prefijada. En ese caso la caja chica siempre debe tener la misma cantidad, ya sea en efectivo o en efectivo y comprobantes de pago.

5. Registrar
El tesorero o la persona designada debe llevar un perfecto registro de todos los ingresos y los egresos. Cuando la iglesia es muy numerosa, puede nombrarse a una persona para ayudar a llevar los registros, pero esa persona siempre dependerá del tesorero.

6. Informar
El tesorero será el responsable de presentar mensual- mente un informe de ingresos y egresos a la congregación. Estos informes pueden colocarse en los transparentes publicitarios que tenga la iglesia o puede registrarse en el boletín de la iglesia. También deberá elevar los informes correspondientes en cada reunión administrativa de la iglesia. La información es muy importante ya que permite a los miembros de la iglesia, ver si su dinero ha ingresado y como se ha ido cumpliendo con el presupuesto.

7. Revisar
La iglesia nombra su comisión revisora de cuenta o sus síndicos, para que revisen todas las operaciones económicas. Esta comisión es responsable directamente a la asamblea de la iglesia y toda información que se publique debe llevar la firma de los revisores, dando con ello a entender que han revisado adecuadamente las operaciones y que todo está en orden. Esto es muy importan- te. Si la iglesia es muy numerosa, puede en algún momento contratar una auditoria externa para los controles.
Tiempo
Cuántas veces al referirnos al tiempo expresamos «¡no me alcanza para nada!» o «¡Nunca tengo tiempo para hacer todo lo que quiero!» «¡Tengo tanto para hacer que no hay tiempo que alcance!» ¿Es esto una verdad? ¿Es en realidad la verdad de lo que nos ocurre?
Pienso que muchas veces el problema es la desprolijidad con que actuamos en la administración del tiempo. Es más un desorden administrativo del tiempo que una realidad. Dijimos en los capítulos anteriores que la «administración es un arte», y cuando así nos expresamos nuestro pensamiento va de inmediato hacia lo económico, al manejo del dinero y los asuntos financieros. Pero no debe ser así, toda acción requiere una sabia administración. Máxime cuando estamos trabajando en actividades relacionadas con el Reino de Dios.
El tiempo es lo primero que debemos aprender a administrar, pues es el factor tiempo un valor importe en toda administración. Mientras no hayamos ordenado adecuadamente la administración del tiempo, será muy difícil poder administrar el resto de la vida, incluido el campo económico. Hay tiempo para todo, pero si no nos ordenamos, ¡no habrá tiempo para nada!
Conocimientos
Todo aquello que hemos añadido a nuestra vida a través del estudio y la experiencia debe ser administrado con sabiduría divina. La obra del Señor se ha visto ayudada cuando su pueblo redimido vuelca en las tareas de la iglesia los cono- cimientos adquiridos. Cuando solo nos quedamos con los conocimientos para nuestro propio beneficio, no tendremos recompensa del Señor. Pero cuando esos conocimientos son puestos al servicio de su santa causa, tenemos el privilegio, no solo de servir mejor al Señor, sino de comprobar que aun así nuestros conocimientos aumentan con su gracia.
Capacidades
Esta palabra tiene muchas acepciones. La utilizamos aquí para señalar una de sus características mencionadas en el diccionario de la lengua castellana como: aptitud o suficiencia. Queremos referirnos a aquello que somos capaces de lograr haciendo uso de nuestra fuerza física o la fuerza del trabajo. No todo lo que se requiere dentro de la obra del Señor, ni lo que necesitamos para una más correcta administración de la vida se basa exclusivamente en los conocimientos (inteligencia), también es necesario contar con capacidades físicas y fuerza laboral para desempeñar muchas tareas que requieren ese grado de preparación o aptitud.

Traed todo el diezmo al alfolí , para que haya alimento en mi casa; y ponedme ahora a prueba en estodice el SEÑOR de los ejércitos si no os abriré las ventanas del cielo, y derramaré para vosotros bendición hasta que sobreabunde.

Malaquáas 3:10

 

 

 

 

 

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