Artículo por, Dr. Regino Navarro Ribera.

El ser humano, por ser persona, es un ser relacional, un ser para otros. Su realización se lleva a cabo a través de las relaciones que establece con otras las relaciones que establece con otras personas. Cuando el amor es la base de estas relaciones, entonces se perfecciona a sí mismo.

La familia, por otra parte es un conjunto de relaciones entre las diversas personas que la componen: esposos entre sí, padres e hijos, hermanos, suegros , nueras y yernos…

Estas relaciones son de diverso tipo. Unas están basadas en el compromiso conyugal, otras son relaciones de sangre y más allá están las relaciones de naturaleza política. Sin embargo, a pesar de estos vínculos, no siempre se consiguen unas relaciones satisfactorias:

  • Una relación matrimonial no siempre está basada en el respeto mutuo.
  • A veces la amistad no aparece en la relación entre padres e hijos.
  • Las discusiones entre hermanos no pueden ser serias y dejar huella.
  • Cada conyugué puede estar emocionalmente lejos de sus suegros.

Es importante aprender a construir relaciones significativas y sostenibles, basadas en el amor.

He aquí varias formas de mejorar las relaciones interpersonales.

La mejor manera de cambiar una relación es cambiando uno mismo

Es muy natural querer cambiar una relación pretendiendo que la otra persona cambie.

En el mejor de los casos estamos dispuestos a cambiar algo si hay un cambio de la otra parte. La experiencia indica, sin embargo, que esta pretensión suele agravar la relación.

Un enfoque proactivo sería más útil. Al tomar conciencia de que lo único que está en las propias manos para cambiar una relación es uno mismo. Se asume el control de la relación, se deja de estar dependiendo de la otra parte. El cambio personal no implica necesariamente un cambio en la otra persona, pero si en la relación mismo entre los dos.

Busque lo positivo de cada persona. Revise sus paradigmas sobre los demás.

Los paradigmas son representaciones mentales que se han ido formando a lo largo de la vida a través de las propias experiencias, procesos educativos, modelos sociales… Están en la mente humana y actúan como filtro interpretativo de la realidad: nos hacen ver la vida  de una manera determinada. En la frase de la Biblia: “No vemos las cosas como son si no como somos”.

El concepto que se tiene sobre otra persona está por tanto matizado por una serie de paradigmas que dan a esa persona una valoración determinada. De ahí surgirán unas actitudes y comportamientos hacia ella.

Al conocer más y mejor a alguien los paradigmas anteriores se modifican. Y en este ahondar en el conocimiento conviene prestar especial atención a los aspectos positivos de a persona, pues los negativos suelen impactar primero.

Con la mirada positiva sobre una persona  es fácil seguir avanzando en la construcción de relaciones con ella.

Gánese la confianza de las personas

La confianza es la base de las relaciones humanas. La confianza no se exige sino que gana, es necesario merecerla, si una persona rompe una relación personal o profesional con otra, en últimas es porque no quedaba ningún saldo de confianza con ella.

La confiabilidad, es decir esa característica humana por la que nos hacemos merecedores de la confianza de los demás, se logra uniendo dos rasgos de personalidad. Por otro lado están esas cualidades, valores, que conforman la integridad personal. De otra parte para ser confiable se necesita simultáneamente poseer idoneidad profesional, sea cual sea el campo de la actividad humana que se desempeñe.

Integridad como persona y competencia como profesional, integrados en una unidida existencial hacen al ser humano confiable a los ojos de cualquier persona.

Mantenga una Actitud ganar/ganar

Existe una tendencia natural buscar la la ganancia propia, a salirse con la suya, a derrotar al adversario, a conseguir los fines que alguien se propone, a ser el primero en cualquier valoración. Si, está fuertemente arraigado un pensamiento y unas actitudes que se podrían resumir diciendo: “Yo gano, tu pierdes”.

A veces, por el contrario, alguien con resignación decide sacrificarse por otra persona. Estamos en una situación de “Yo pierdo, tu pierdes”, donde el espíritu destructivo lleva a que nadie puedes ganar. Son distintas maneras de enfocar una relación.

Conviene darse cuenta que todos estos enfoques son erróneos para sostener una relación duradera. La única actitud y el único comportamiento válido en este sentido será una posición, “Yo gano, tu ganas”.

Se persigue aquí la ganancia de ambas partes y no se acepta que no sea así. Habíamos de una apreciación subjetiva, es decir, cada persona debe seguir que está ganan y lo reconoce como tal. Normalmente esto no se consigue de modo natural, sino que requiere un esfuerzo, y el camino para llegar a esa situación es la aplicación de los dos puntos que mencionaremos a continuación.

Continúa aprendiendo sobre estás leyes en el próximo artículo.

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