En la vida contemporánea, el manejo de las finanzas —ya sean personales o empresariales— se ha vuelto un tema ineludible y a menudo cargado de ansiedad. El dinero es indispensable para el crecimiento y la estabilidad, pero también puede transformarse en una carga que agobia cuando no se administra con sabiduría y discernimiento. La Biblia ofrece enseñanzas claras que nos invitan a entender las finanzas no como un fin, sino como un medio al servicio de un propósito mayor. Nos llama a evitar que nuestras finanzas se conviertan en “fianzas” que nos aprisionan, para que, por el contrario, sean herramientas que impulsen una vida próspera y alineada con la voluntad de Dios.
El Dinero como Herramienta, No como Ídolo
Las Escrituras nos muestran que el dinero no es inherentemente malo; el verdadero peligro radica en amarlo desmedidamente. En 1 Timoteo 6:10 se nos advierte con claridad: “Porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.” (RV1960)
El amor desordenado al dinero puede apartarnos del camino de la fe y llenarnos de aflicciones. Por ello, es fundamental reconocer que el dinero debe ser un instrumento para cumplir con nuestras responsabilidades y alcanzar metas que honren a Dios, no la meta final en sí misma.
Sabiduría y Planeación: Pilares para la Prosperidad
El manejo financiero con visión requiere diligencia y prudencia. Proverbios 21:5 dice: “Los pensamientos del diligente ciertamente tienden a la abundancia; mas todo el que se apura alocadamente, de cierto va a la pobreza.” (RV1960). Este versículo subraya que la abundancia llega a quienes planifican con paciencia y sensatez, y no a quienes actúan con precipitación. Como líderes y responsables, debemos cultivar la disciplina de planear, ahorrar y administrar con cuidado, evitando la ansiedad y la codicia que nublan el juicio.
Jesús mismo, con la metáfora del hombre que construye una torre, nos recuerda la importancia de contar el costo antes de actuar (Lucas 14:28-30, RV1960): “Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla? No sea que después que haya puesto el cimiento, y no pueda acabarla, todos los que lo vean, comiencen a hacer burla de él…”
Este principio resalta que el liderazgo financiero responsable implica anticipar las dificultades y evitar comprometerse a proyectos que no se puedan concluir.
Deuda: El Riego de Convertir Finanzas en Fianzas
Cuando perdemos el control, la deuda puede volverse una prisión. Proverbios 22:7 nos advierte: “El rico se enseñorea de los pobres, y el que toma prestado es siervo del que presta.” (RV1960)
El endeudamiento excesivo no solo limita nuestra libertad financiera, sino que puede afectar nuestra paz interior y la capacidad de tomar decisiones acertadas. Por eso, la clave para evitar caer en esa trampa está en vivir dentro de nuestras posibilidades y manejar la deuda con sabiduría. El Salmo 37:21 nos recuerda la diferencia entre los justos y los impíos en este tema: “El impío toma prestado, y no paga; pero el justo tiene misericordia, y da.” (RV1960)
Este contraste nos desafía a mantener integridad en nuestras obligaciones y generosidad en el compartir.
Generosidad: El Antídoto Contra la Codicia
La Biblia no solo nos llama a administrar bien, sino también a ser generosos. La generosidad nos libera del egoísmo y del temor que esclavizan el corazón. Jesús enseñó en Lucas 6:38: “Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando, darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os será medido.” (RV1960)
Ser generosos es un acto de fe que reconoce que todo lo que poseemos es un regalo de Dios para bendecir a otros. Esta actitud transforma nuestra relación con el dinero y nos permite usarlo para cumplir propósitos divinos, no para acumular sin sentido.
Conclusión: Finanzas que Liberan y Bendicen
Cuando nuestras finanzas están fundamentadas en principios bíblicos —sabiduría, prudencia, integridad y generosidad— se convierten en una bendición que nos ayuda a prosperar y a cumplir el llamado de Dios en nuestras vidas. Pero cuando las finanzas se vuelven el centro de nuestra atención o una carga, nos esclavizan y nos alejan del propósito divino.
Recordemos la promesa de Mateo 6:33:
“Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.” (RV1960)
Al poner a Dios en primer lugar, Él nos guía y provee para que nuestras finanzas sean un instrumento de libertad, no una cadena que nos atrape.
¡Cuidemos las finanzas y evitemos las Fianzas!
Por María del Pilar Salazar
Decana Académica
Univ. Logos
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