Algunas causas del estrés pueden ser los problemas económicos. Muchas veces pensamos que en el Salmo 23 dice que Jehová es nuestro pastor y nada nos faltara refiriéndose a posesiones materiales únicamente. El deseo del éxito nos puede arrojar en un pozo profundo y oscuro de cansancio y agotamiento, descarrilando el plan de Dios en nuestras vidas. Cuando nos enfocamos en los bienes materiales florece el orgullo y la vanidad. A veces parte de nuestro estrés es el resultado de expectativas puestas en el lugar equivocado, exigiendo que la gente y las circunstancias de nuestras vidas satisfagan las necesidades que solo Dios puede satisfacer . A veces queremos satisfacer las necesidades mas profundas de nuestros corazones en lugares equivocados. Cuando vivimos como si Dios no fuera suficiente y no fuera todo lo que deseamos aparece la avaricia y detrás de la avaricia siempre viene el estrés. La avaricia solo tiene poder en nuestras vida cuando se lo concedemos. La avaricia es algo muy serio, esta a la par con la idolatría. La avaricia miente fácilmente y aprecia con fervor el corazón ya desobediente hacia el pecado, el cual es la base del estrés.
Para manejar el estrés, conquistar la avaricia, controlar nuestras insuficiencias y honrar a Dios a la vez que dependemos de El como la fuente que satisface todas nuestras necesidades, tenemos que escoger varias cosas:
1-Evitar personas codiciosas.
2-Examinar los motivos del corazón.
3-Sujetar las cosas sin aferrarnos a ellas.
4-Confiar en que Dios provee.
El estrés produce enfermedades a nuestro cuerpo físico. El estrés nos puede enfermar, y según expertos médicos, el estrés es mortal. Cuando nosotros no manejamos de la mejor manera nuestro cuerpo lo empezamos a dañar. Las enfermedades que desarrollan son: insomnio, mala memoria, alteraciones en el animo, nerviosismo, falta de concentración, trombosis, ansiedad, depresión, inmunodeficiencia, dolores musculares, insomnio, trastornos de atención, diabetes y más.
Una de las maneras de combatir el estrés es a través de aprender a cuidarnos a nosotros mismos. El Descansar. El descanso no es una opción. Nuestras necesidades de descanso son una realidad física y espiritual. Cuando estamos enfermos y agotados, corremos el peligro de seguir la voz equivocada. Nuestras defensas están bajas y nuestro discernimiento esta nublado por el estrés de la vida. El descanso sana y restaura. El descanso fomenta la obediencia. El descanso nos reabastece, nos restaura. El descanso es productivo. La fatiga no es unos de los dones espirituales, nos mantiene exhaustos y podemos ser presas fáciles para Satanás.
No dejes que el estrés tenga lo mejor de ti. Ahora la palabra nos enseña que el campo de batalla es en nuestra mente y que es aquí donde el Diablo quiere mas atacarte porque si tiene tu mente, te tiene a ti. El plan de Satanás incluye categóricamente el estrés, ya que sabe que este es una poderosa herramienta que el puede utilizar para realiza su tarea. Si encaramos el estrés de la manera incorrecta, podemos enfermarnos, agotarnos emocionalmente, y tendremos una vida vacía de poder y fortaleza.
La manera para evitar el estrés es cuando, así como David lo hizo en medio de la guerra, declaró vivir confiado en Dios. La confianza en Dios te recuerda que Él tiene el control de tu vida. Filipenses 4:6 “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús ”. Dios nos dice que no nos preocupemos antes de tiempo. Debemos primero estar agradecido por lo que estás pasando hoy. Dios sabe lo que estás pasando pero cuando confiamos en Él, debes aprender a descansar en Él, y vivir confiado en Él.
Es importante entrar primero con acciones de gracias para que la paz que sobrepasa todo entendimiento llegue a nuestras vidas.
Pablo fue un hombre que vivía confiado y sabía disfrutar lo que Dios le estaba permitiendo viviendo. El apóstol Pablo pasó hambre, cárcel, humillación, soledad. Pero sabía en quién estaba su confianza. Y todavía termina diciendo:
“Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús”.
Filipenses 4:19