Cada año, el 31 de octubre es ampliamente reconocido en el mundo secular como el “Día de las Brujas” o Halloween, una fecha asociada con disfraces, dulces y celebraciones que no tienen nada que ver con el cristianismo. Sin embargo, para los cristianos protestantes, esta fecha tiene un significado completamente diferente y mucho más profundo. El 31 de octubre marca el aniversario del inicio de la Reforma Protestante, cuando Martín Lutero clavó sus 95 tesis en la puerta de la iglesia de Wittenberg en 1517. Este acto audaz no solo desafió la corrupción de la Iglesia Católica de la época, sino que también puso en marcha un movimiento de reforma que continúa influyendo en la fe y la práctica cristiana hasta hoy.
La Reforma: Un Acto de Valentía y Convicción
La Reforma Protestante fue un movimiento de vuelta a los principios bíblicos y a la fe auténtica, donde líderes como Martín Lutero, Juan Calvino y otros reformadores lucharon por la pureza del evangelio y la libertad de conciencia. En lugar de conformarse con las enseñanzas y prácticas distorsionadas de su tiempo, estos hombres y mujeres decidieron ir contracorriente y defender la verdad de las Escrituras.
Este espíritu de ir en contravía al mundo es un llamado constante para los creyentes. Jesús mismo nos advirtió que seríamos diferentes al mundo:
“Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece” (Juan 15:19, Reina-Valera, 1960).
Los cristianos están llamados a ser “la sal de la tierra” y “la luz del mundo” (Mateo 5:13-14, Reina-Valera, 1960), lo que implica vivir de una manera que no necesariamente encaja con las normas y valores del mundo. Los reformadores entendieron esto y se atrevieron a desafiar las prácticas establecidas que contradecían la Palabra de Dios.
Halloween vs. Reforma: Dos Mundos en Contraste
Mientras que Halloween es celebrado por muchos como un día de disfraces, terror y superstición, el 31 de octubre para los protestantes es un recordatorio de la necesidad constante de reforma en la iglesia y en nuestras vidas personales. Es un día que nos invita a reflexionar sobre nuestra propia fidelidad a las Escrituras y a evaluar si nuestras vidas reflejan realmente la luz del evangelio.
El apóstol Pablo instruye a los creyentes a “no conformarse a este siglo” sino a ser “transformados por medio de la renovación de su entendimiento” (Romanos 12:2, Reina-Valera, 1960). Este llamado a la renovación constante es una de las piedras angulares del movimiento de la Reforma. La vida cristiana no es un compromiso único, sino un camino continuo de transformación y crecimiento.
Ir Contra la Corriente: Un Compromiso que No Debe Asustarnos
Ser cristiano y vivir de acuerdo con los principios del evangelio significa, muchas veces, ir en contravía al mundo. No debería sorprendernos que nuestras creencias y valores sean ridiculizados o rechazados por la cultura predominante. Jesús mismo enfrentó el rechazo y la oposición, y Él nos dijo que experimentaríamos lo mismo:
“Bienaventurados seréis cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo” (Mateo 5:11, Reina-Valera, 1960).
Los reformadores enfrentaron una oposición intensa y, en muchos casos, una persecución feroz por su compromiso con la verdad de las Escrituras. Sin embargo, no se echaron atrás. Comprendieron que el propósito del creyente no es buscar la aprobación del mundo, sino ser fieles a Cristo. La valentía que mostraron es un recordatorio de que nosotros también debemos estar dispuestos a defender la verdad, incluso cuando nos cueste.
El Tribunal de Cristo: Un Recordatorio de la Recompensa Eterna
Este compromiso con la verdad y el evangelio no es solo para esta vida. La Biblia nos habla del “Tribunal de Cristo”, donde cada creyente dará cuenta de su vida y recibirá su recompensa por lo que haya hecho:
“Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo” (2 Corintios 5:10, Reina-Valera, 1960).
Mientras el mundo celebra Halloween y se enfoca en lo temporal, los cristianos tenemos la mirada puesta en lo eterno. Nuestra vida y decisiones no están guiadas por las modas o celebraciones del mundo, sino por la expectativa de comparecer ante Cristo. Esta perspectiva nos da la fuerza y la motivación para seguir fieles, incluso cuando el camino es difícil o impopular.
Recordando la Reforma y Viviendo en la Luz de Cristo
El 31 de octubre es más que un simple día en el calendario; es un recordatorio poderoso del llamado a la reforma continua en la iglesia y en nuestras vidas. Al igual que los reformadores, estamos llamados a ir en contravía del mundo, a vivir según la verdad de la Palabra de Dios y a esperar con ansias la recompensa eterna en el Tribunal de Cristo.
No debemos tener miedo de ser diferentes o de ser rechazados por nuestros principios. Al contrario, debemos abrazar nuestra identidad en Cristo y entender que nuestra recompensa final no viene de la aprobación del mundo, sino de la aprobación de nuestro Señor y Salvador. En un mundo que a menudo celebra lo oscuro y lo temporal, los creyentes están llamados a celebrar la luz, la verdad y la eternidad que se encuentra solo en Jesucristo.
Por María del Pilar Salazar
Decana Académica
Univ. Logos
Universidad Cristiana Logos: https://www.logos.university/