La comunicación es uno de los elementos más importantes en cualquier ámbito de la vida, desde las relaciones familiares hasta el entorno empresarial. Sin embargo, la falta de una comunicación clara, efectiva y basada en principios cristianos puede traer conflictos, malentendidos y hasta divisiones. La Palabra de Dios nos enseña la importancia de hablar con sabiduría y escuchar con discernimiento.

La raíz del problema

En muchos casos, los problemas de comunicación surgen de una combinación de orgullo, falta de escucha y palabras precipitadas. La Biblia nos advierte sobre el poder de las palabras: “La muerte y la vida están en poder de la lengua, y el que la ama comerá de sus frutos” (Proverbios 18:21, RV1960). En un entorno empresarial, una palabra mal dicha puede afectar las relaciones laborales, desmotivar a un equipo o incluso causar la pérdida de oportunidades valiosas.

El problema no solo está en lo que se dice, sino en cómo se dice. La Escritura nos recuerda: “La blanda respuesta quita la ira; mas la palabra áspera hace subir el furor” (Proverbios 15:1, RV1960). Muchas discusiones podrían evitarse si el tono de la comunicación fuera más respetuoso y amoroso.

Escuchar antes de hablar

Uno de los mayores desafíos en la comunicación es la falta de escucha activa. Santiago exhorta: “Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse” (Santiago 1:19, RV1960). En el mundo empresarial, la falta de escucha genera decisiones erróneas y desmotivación en los colaboradores. Un líder cristiano debe desarrollar la habilidad de escuchar con atención y responder con sabiduría.

Comunicación con propósito

Dios nos llama a utilizar nuestras palabras para edificar y no para destruir. Efesios 4:29 nos exhorta: “Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes” (RV1960). En un contexto de negocios, esto se traduce en ser intencional con nuestras palabras, motivando, inspirando y guiando con claridad.

Para un cristiano en el mundo empresarial, cada conversación debe ser vista como una oportunidad de glorificar a Dios. Colosenses 4:6 nos recuerda: “Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno” (RV1960). Esto implica que nuestra comunicación debe reflejar los valores del Reino, evitando el lenguaje dañino, la manipulación o la mentira.

La transparencia como base de la confianza

Los problemas de comunicación también surgen cuando hay falta de transparencia. Jesús enseñó: “Antes bien, sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede” (Mateo 5:37, RV1960). En el ámbito empresarial, esto significa ser claros en los acuerdos, no prometer lo que no se puede cumplir y mantener una comunicación abierta y honesta con empleados, socios y clientes.

Soluciones prácticas para una mejor comunicación

  1. Orar antes de hablar: Antes de tomar decisiones importantes o abordar conversaciones difíciles, es fundamental buscar dirección en oración. Filipenses 4:6 nos anima: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias” (RV1960).
  2. Ser intencional en las palabras: No hablar impulsivamente, sino reflexionar antes de responder. Proverbios 29:20 advierte: “¿Has visto hombre ligero en sus palabras? Más esperanza hay del necio que de él” (RV1960).
  3. Escuchar más y hablar menos: Aplicar el principio de Santiago 1:19 en las reuniones y relaciones laborales, asegurándose de comprender antes de responder.
  4. Evitar la murmuración y el chisme: Muchas crisis en la comunicación empresarial surgen por rumores y malentendidos. Proverbios 16:28 nos alerta: “El hombre perverso levanta contienda, y el chismoso aparta a los mejores amigos” (RV1960).
  5. Usar la tecnología con sabiduría: En la era digital, muchas conversaciones ocurren por medios electrónicos. Es crucial asegurarse de que los mensajes sean claros y no den lugar a interpretaciones erróneas.

Reflexión final

Los problemas de comunicación no son algo nuevo, pero como cristianos en el ámbito empresarial, tenemos el llamado de reflejar el carácter de Cristo en nuestra manera de comunicarnos. Jesús mismo fue un maestro en la comunicación, hablando con verdad, amor y propósito. Imitarle en este aspecto no solo mejorará nuestras relaciones laborales, sino que también glorificará a Dios en todo lo que hacemos.

Como dice el Salmo 19:14: “Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, oh Jehová, roca mía, y redentor mío” (RV1960). Que cada palabra que pronunciemos sea para edificación y bendición en nuestro entorno laboral y personal.

 

Por María del Pilar Salazar

Decana Académica 

Univ. Logos

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