El discipulado es un proceso esencial en la vida cristiana que no solo transforma al creyente, sino que también deja un legado duradero para la próxima generación. Este proceso implica una serie de pasos que guían al nuevo creyente desde su primer encuentro con Cristo hasta el llamado a un ministerio significativo. Hoy trataremos este tema, subrayando la importancia de cada etapa y cómo contribuye a la formación de una vida cristiana sólida y fructífera.
El Inicio del Discipulado: La Entrega
El discipulado comienza después de que el nuevo creyente entrega su vida a Cristo y comienza su vida de iglesia. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16, Reina-Valera 1960). En este paso es vital que la iglesia de una acogida cálida al nuevo bebe espiritual, de modo que comience a conocer las bases fundamentales de su fe y encuentre una nueva familia que le apoye en su nueva vida espiritual.
Consolidación de la Fe: Primeros Pasos y Bautismo
Una vez que el nuevo creyente ha hecho su entrega, el siguiente paso es la consolidación de su fe. Esto implica dar los primeros pasos en su vida cristiana y seguir el mandato de ser bautizado. El bautismo es una declaración pública de la fe y un acto de obediencia a Cristo. “Y Jesús, acercándose, les habló, diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” (Mateo 28:18-19, Reina-Valera 1960). El bautismo no solo es un acto simbólico de la fe, sino un paso esencial en el proceso de discipulado. Marca el comienzo de una nueva vida en Cristo y es el primer paso en el camino hacia la madurez espiritual.
Cursos de Formación: Crecimiento Espiritual
Después del bautismo, el nuevo creyente necesita una formación continua para crecer en su fe. Los cursos de formación y estudios bíblicos. ya sea en grupos pequeños, procesos de consejería o estudios bíblicos dados por su iglesia, juegan un papel crucial en este proceso. Estos cursos proporcionan una base sólida de conocimiento bíblico y teológico, ayudando al creyente a entender mejor su fe y a aplicarla en su vida diaria. “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándonos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor” (Colosenses 3:16, Reina-Valera 1960).
La formación espiritual es esencial para el crecimiento continuo del creyente. A través del estudio de las Escrituras y la enseñanza, el nuevo creyente aprende a vivir según los principios de Dios y a desarrollar una relación más profunda con Él.
Llamado al Ministerio: Servir y Dejar un Legado
Finalmente, el discipulado culmina en el llamado al ministerio para algunos o encontrar ese lugar especial dónde cumplen el propósito de Dios. Cada creyente es llamado a servir y a contribuir al crecimiento del Reino de Dios. Este llamado puede manifestarse en diversas formas, como el liderazgo en la iglesia, el servicio a los necesitados, o el evangelismo.
“Y el mismo Cristo dio a unos, ser apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo” (Efesios 4:11-12, Reina-Valera 1960).
El ministerio no solo es una oportunidad para servir a otros, sino también una forma de dejar un legado duradero. Al formar a otros creyentes y al impactar a la comunidad, el creyente cumple con su propósito divino y deja una marca eterna en el mundo.
El Legado del Discipulado
El discipulado y el llamado al ministerio están profundamente interconectados con el legado que dejamos. Cada paso en el proceso de discipulado no sólo edifica la vida del creyente, sino que también contribuye a un legado espiritual que trasciende generaciones. La enseñanza de la fe y el servicio a Dios son fundamentales para dejar un impacto duradero en la vida de otros. “El justo florecerá como la palmera; crecerá como cedro en el Líbano. Plantados en la casa de Jehová, en los atrios de nuestro Dios florecerán” (Salmo 92:12-13, Reina-Valera 1960).
Este versículo destaca cómo el crecimiento espiritual y el servicio en la casa de Dios producen frutos duraderos. Al invertir en el discipulado y en el ministerio, estamos contribuyendo a un legado que sigue creciendo y floreciendo en la vida de otros.
En resumen, el discipulado es un viaje integral que comienza con la entrega a Cristo y continúa a través de la consolidación de la fe, la formación continua y el llamado al ministerio. Cada etapa es vital para el desarrollo espiritual del creyente y para el impacto duradero en el Reino de Dios. Al seguir este camino, no solo crecemos en nuestra fe, sino que también dejamos un legado eterno para las futuras generaciones.
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Por María del Pilar Salazar
Decana Académica
Univ. Logos
Universidad Cristiana Logos: https://www.logos.university/