El liderazgo efectivo no es rígido ni inflexible; al contrario, requiere una constante adaptación y equilibrio. Al igual que un caucho, a veces es necesario estirar las capacidades del equipo, desafiarlos a crecer, a salir de su zona de confort; pero otras veces es crucial soltar, dar espacio y permitir que se recuperen para que no se rompan bajo la presión. La sabiduría para saber cuándo aplicar cada principio es fundamental para un liderazgo que glorifique a Dios y edifique a los demás.

El arte de estirar: desafiar con propósito

Jesús, nuestro mayor ejemplo de liderazgo, constantemente retó a sus discípulos a ir más allá de sus límites. En Mateo 14:29-31, cuando Pedro caminó sobre el agua, Jesús le permitió enfrentar sus temores, pero también corrigió su falta de fe: “Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame! Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él y le dijo: Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?” (RV1960). Jesús estiró la fe de Pedro, llevándolo más allá de lo que creía posible, pero no lo dejó solo en el proceso.

Como líderes, debemos desafiar a las personas a desarrollar nuevas habilidades, asumir mayores responsabilidades y confiar en Dios en cada paso. El apóstol Pablo lo expresó bien en Filipenses 3:13-14: “Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (RV1960). Un líder que estira a su equipo sin propósito, solo genera desgaste; pero un líder que los desafía con dirección y visión, los impulsa al crecimiento.

Saber cuándo soltar: dar espacio para respirar

El otro lado del liderazgo es saber cuándo dar un paso atrás y permitir que las personas descansen, se recuperen o incluso fallen para aprender. Jesús mismo comprendía la importancia del descanso. En Marcos 6:31 les dijo a sus discípulos: “Venid vosotros aparte a un lugar desierto, y descansad un poco. Porque eran muchos los que iban y venían, de manera que ni aún tenían tiempo para comer” (RV1960). Jesús sabía que el agotamiento puede afectar la efectividad y la salud del equipo, por lo que promovía el equilibrio entre el trabajo y el descanso.

En el ámbito empresarial y ministerial, muchos líderes exigen demasiado sin dar pausas necesarias. El resultado es agotamiento, falta de motivación y pérdida de efectividad. Eclesiastés 3:1 nos recuerda: “Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora” (RV1960). Un liderazgo sabio reconoce cuándo es tiempo de impulsar y cuándo es tiempo de soltar.

El equilibrio: liderar con discernimiento

El verdadero desafío no es solo entender la importancia de estirar y soltar, sino saber en qué momento aplicar cada uno. Jesús lo hizo constantemente con sus discípulos: los retaba a predicar, a sanar enfermos, a multiplicar los panes y peces, pero también los guiaba al descanso y a la oración.

Santiago 1:5 nos da una clave importante: “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada” (RV1960). Un líder que depende de Dios en oración recibirá la sabiduría necesaria para discernir cuándo presionar y cuándo soltar.

Otra clave es el amor y la empatía. Colosenses 3:12 nos exhorta: “Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia” (RV1960). Un liderazgo que refleja el carácter de Cristo es aquel que no solo busca resultados, sino que cuida el bienestar de las personas.

Aplicación práctica para líderes cristianos

  1. Evalúe constantemente a su equipo: ¿Necesitan un desafío mayor o un respiro? Tome decisiones basadas en la observación y la oración.
  2. Comunique claramente las expectativas: Cuando estire, hágalo con propósito y explique por qué se requiere un esfuerzo extra. Cuando suelte, asegúrese de que las personas comprendan la importancia del descanso y la reflexión.
  3. Fomente la confianza: Las personas deben saber que su líder no las dejará caer, pero que también espera de ellas un crecimiento constante. Como en el caso de Pedro, Jesús extendió su mano, pero también corrigió su duda.
  4. Mantenga un ritmo sostenible: No todo el tiempo es de alta presión ni todo el tiempo es de descanso. Equilibrar estos aspectos hará que el liderazgo sea efectivo a largo plazo.

Reflexión final

El liderazgo cristiano requiere sabiduría para aplicar el principio del caucho: a veces hay que estirar para desafiar, pero otras veces hay que soltar para permitir descanso. Jesús modeló este tipo de liderazgo con amor, paciencia y dirección clara. Como líderes en el mundo empresarial, ministerial o familiar, debemos pedir a Dios discernimiento para saber cuándo aplicar cada uno.

Que nuestras decisiones sean guiadas por la oración y la Palabra de Dios, recordando siempre que nuestro propósito no es solo alcanzar metas, sino edificar vidas para la gloria de Dios. Como dice 1 Corintios 16:14: “Todas vuestras cosas sean hechas con amor” (RV1960).

 

Por María del Pilar Salazar

Decana Académica 

Univ. Logos

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