Apreciado Constancio, los versículos con los que encabezas tu carta de dos folios con preguntas son el comienzo de la epístola a los Hebreos y es esta una carta que guiada por el Espíritu Santo nos da las respuestas completas al sentido de todo el Antiguo Testamento, preguntas que tú también haces en tu carta. Sería muy interesante que la leyeras con cuidado y oración.
Epístola a los hebreos resumen
La historia de la humanidad es la Historia de la Salvación de parte de Dios, vemos en el libro del Génesis la caída, la entrada del pecado en el mundo y a partir de ahí, Dios despliega las primeras promesas de un Salvador. Después escoge un hombre: Abraham y a través de él un pueblo: Israel. A lo largo de años y por medio de aquellos sacrificios, aquella Ley y aquel sacerdocio, les enseña verdades espirituales, eternas, entre tanto que las cosas iban madurando para que irrumpiera en la Historia aquel Salvador.
Como dice el título de la epístola y vemos en su contenido, los destinatarios son hebreos que creyeron el evangelio y reconocieron a Cristo como su Mesías. Ahora, después de años de carrera, de haber servido a los creyentes y haber pasado penalidades, estaban titubeantes, desanimados y aun pensando que habían perdido grandes cosas por no seguir en el judaísmo.
Y es verdad que el pueblo hebreo tenía un gran tesoro de tradiciones y revelaciones del Dios Vivo. Su Historia, como ninguna otra, de cómo llegaron a ser el Pueblo de Dios, como fueron librados de la esclavitud de Egipto, la nación más poderosa de la tierra en aquellos tiempos. Las plagas que por medio de Moisés cayeron sobre el faraón y su gente. La maravillosa liberación cruzando el mar en seco, y los años por el desierto donde no les faltó comida ni bebida durante cuarenta años.
Allí en aquel desierto, Dios les dio sus leyes por medio de ángeles, en medio del monte Sinaí que ardía en llamas. Leyes que han sido y son luz para las naciones y que los profetas se encargaron de recordar a través de su historia.
Todos los patriarcas que recibieron las Promesas eran y son las raíces de este pueblo, Abraham, Isaac y Jacob. Después el rey David, quien recibe las promesas de que de su descendencia vendría el Salvador del Mundo.
Además del Culto que Dios mismo había instituido por medio de Moisés, con su Templo, sus sacrificios y el sacerdocio, con su música, su colorido y emoción. La figura del sumo sacerdote con sus vestimentas y aquella ceremonia una vez al año de pasar al lugar santísimo del templo.
Pero como figura y sombra de las realidades, todas estas cosas debían pasar al llegar lo auténtico y lo verdadero. Cuando vemos la realidad de las cosas no necesitamos hacernos una idea con “la sombra” o la “figura” o “el esquema o dibujo” de ello.
“habiendo aún sacerdotes que presentan las ofrendas según la ley; los cuales sirven a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales” Hebreos 8:5
Aquellos creyentes habían dejado todo esto para adorar a Dios en Espíritu y en Verdad, pero no estaban lejos de ello. Sus visitas a Jerusalén o sus amigos no creyentes les recordaban y les preguntaban: ¿Dónde está tu Dios? Habéis dejado todas estas cosas y ¿Qué tenéis ahora?
A lo largo de la epístola el autor les va mostrando comparativamente que nada ni nadie puede igualarse al Señor Jesucristo: Ni los profetas, ni los ángeles, ni Moisés, ni Josué. Les hace ver que todo el sacerdocio, el templo y los sacrificios, eran figuras o sombras de la realidad presente que Cristo conquistó para siempre. ¡Claro que Dios había mandado todo aquello en su momento! Pero era con el propósito de que a través de lo material pudieran comprender lo espiritual. Y si la realidad estaba presente ¿Se iban a seguir conformando con las sombras?
Feliciano Briones