Conociendo a Pablo, el hombre
En esta entrada y las siguientes nos permitiremos conocer a Pablo, un hombre cuya vida se transformo por obra de Jesús para impulsar la iglesia cristiana, esta figura tan importante en el cristianismo fue un hombre, misionero, predicador y uno de los principales teologos cristianos. Conocerle, nos permite aprender nos dará herramientas para ser fiel seguidor y servidor de Jesucristo.
Fuentes paulinas
La vida de San Pablo principalmente esta plasmada en el Nuevo Testamento en: los Hechos de los Apóstoles y las catorce Epístolas que se le atribuyen, dirigidas a diversas comunidades cristianas.
Ahora bien, de las epístolas diversos sectores de la crítica bíblica consideran la no autoría paulina de las llamadas cartas pastorales (la primera y segunda Epístola a Timoteo y la Epístola a Tito), e inclusive hay una práctica unanimidad en considerar la Epístola a los hebreos como escrita por un autor diferente.
Pese a la disponibilidad de tales fuentes, los datos cronológicos de las mismas resultan vagos, y cuando existen divergencias entre los Hechos y las Epístolas se suele dar preferencia a estas últimas.
Formación y vida de Saulo
Saulo (tal era su nombre hebreo) nació en el seno de una familia acomodada de artesanos, judíos fariseos de cultura helenística que poseían el estatuto jurídico de ciudadanos romanos.
Después de los estudios habituales de la comunidad hebraica, Saulo fue enviado a Jerusalén a la escuela de los mejores doctores de la Ley, en especial en la del famoso rabino Gamaliel. Obteniendo una sólida formación teológica, filosófica, jurídica, mercantil y lingüística (hablaba griego, latín, hebreo y arameo).
No debía, sin embargo, residir en Jerusalén el año 30, en el momento de la crucifixión de Jesús; pero habitaba en la ciudad santa seguramente cuando, en el año 36, estuvo presente en la lapidación de Esteban, mártir de su fe.
En concordancia con la educación que había recibido, presidida por la más rígida observancia de las tradiciones farisaicas, Saulo se convirtión en un acérrimo perseguidor del cristianismo, que era considerado una secta herética del judaísmo.
La conversión de Saulo a Pablo
Dirigiéndose a Damasco para la búsqueda y detención de los cristianos, tal como se lo encomiendan de los jefes de los sacerdotes de Israel, en su camino Saulo fue objeto de un modo inesperado de una manifestación prodigiosa del poder divino: deslumbrado por una misteriosa luz, arrojado a tierra y cegado, se volvió a levantar convertido ya a la fe de Jesucristo (36 d. C.).
Según el relato de los Hechos de los Apóstoles y de varias de las epístolas del propio Pablo, el mismo Jesús se le apareció, le reprochó su conducta y lo llamó a convertirse en apóstol.
Tras una estancia en Damasco (donde, después de haber recuperado la vista, se puso en contacto con el pequeño núcleo de seguidores de la nueva religión), se retiró algunos meses al desierto (no se sabe exactamente adónde), haciendo así más firmes y profundos, en el silencio y la soledad, los cimientos de su creencia.
Vuelto a Damasco, y violentamente atacado por los judíos fanáticos, siendo el año 39 abandona clandestinamente la ciudad descolgándose en un gran cesto desde lo alto de sus murallas.
Se dirigió a Jerusalén para ponerse en contacto con los jefes de la Iglesia, San Pedro y los demás apóstoles, no sin dificultades, porque estaba todavía muy vivo en la Ciudad Santa el recuerdo de sus actividades como perseguidor.
Le avaló en el seno de la comunidad cristiana San Bernabé, luego regresó a su ciudad natal de Tarso, en cuya región residió y predicó, hasta el año 43 que vino a buscarlo Bernabé.
Debido a la carestía que atacó duramente a Palestina, Pablo y Bernabé fueron enviados a Antioquia (Siria), ciudad cosmopolita donde eran numerosos los seguidores de Jesús (allí se les había dado por primera vez el sobrenombre de “cristianos”), para llevar la ayuda fraternal de la comunidad de Antioquia a la de Jerusalén, iniciando así sus viajes misioneros.