Viajes de evangelización de Pablo

Pablo inició con Bernabé desde Antioquia el primero de sus viajes misioneros, en el año 46 hacia Chipre y diversas localidades del Asia Menor.

La influencia romana de Pablo podía parecer oportuna para el desarrollo de la misión que el apóstol se proponía llevar a cabo en los ambientes gentiles. En adelante, sería él quien llevaría la palabra del Evangelio al mundo pagano.

A lo largo de su predicación, Pablo iba presentándose sucesivamente en las sinagogas de las diversas comunidades judaicas; pero esta presentación terminaba casi siempre en un fracaso.

Su predicación fue más eficaz entre los gentiles y entre los indiferentes que nada sabían de la religión monoteísta hebraica.

Como fruto de su evangelización se crean centros cristianos en Perge (Panfília), en Antioquía de Pysidia, en Listra, Iconio y Derbe de Licaonia.

Pese al éxito también fueron numerosas las dificultades. En Listra escapó de la muerte sólo porque sus lapidadores creyeron erróneamente que ya había muerto.

En este primer viaje Pablo residió algún tiempo en Antioquia (49-50 d. C.), desde donde marchó a Jerusalén para asistir al llamado Concilio de los Apóstoles.

En este concilio se definiría la licitud de bautizar a los paganos (algunos judeo-cristianos se oponían aún a tal iniciativa), y, sobre todo, establecer o rechazar la obligatoriedad de los preceptos judíos para los conversos que procedían del paganismo.

El éxito de su labor evangelizadora permitió a San Pablo imponer la tesis de que los cristianos gentiles debían tener la misma consideración que los judíos; profundo expositor del valor de la Ley mosaica y de su importancia histórica, San Pablo defendió que la redención operada por Cristo marcaba el definitivo ocaso de dicha ley y rechazó la obligatoriedad de numerosas prácticas judaicas.

Segundo Viaje de Pablo

Pablo visita a las Comunidades cristianas de Anatolia(50-53 d. C.), fundadas unos años antes; recorre Galatia, visita algunas ciudades del Asia proconsular y marchó después a Macedonia y Acaya.

Siendo más exitosa la evangelización en Filippo, Tesalónica, Berea y Corinto. También Atenas fue visitada por San Pablo, pronunciando allí el famoso discurso del Areópago, en el que combatió la filosofía estoica.

En su estancia en Corinto, tuvo contacto con el gobernador de la provincia, Gallón (hermano de Séneca), e inicia su actividad como escritor, enviando la primera y segunda Epístola a los tesalonicenses.

Tercer viaje paulino

El tercer viaje (53-54-58) se inició con la visita a las comunidades del Asia Menor y continuó también por Macedonia y Acaya, donde estuvo tres meses.

Su predicación se centro en la gran ciudad de Éfeso, permaneciendo allí por tres años, trabajando con un grupo de colaboradores en la ciudad.

Este viaje resulto muy provechoso y también fatigoso para Pablo, particularmente por el tumulto de Éfeso, provocado por Demetrio, representante de los numerosos comerciantes que explotaban la venta de las estatuillas-recuerdo de Artemisa.

Desde Éfeso escribió la primera Epístola a los corintios, en la que se transparentan muy bien las dificultades encontradas por el cristianismo en un ambiente licencioso y frívolo como era el de la ciudad del Istmo.

Probablemente se sitúa en la misma ciudad la redacción de la Epístola a los gálatas y la Epístola a los filipenses, en tanto que la segunda Epístola a los corintios fue escrita poco después en Macedonia.

Desde Corinto, envió el apóstol la importante Epístola a los romanos, en la que trata a fondo la relación entre la fe y las obras respecto a la salvación. Intentado con ello preparar su próxima visita a la capital del imperio.

 

Últimos años de Pablo

Estando Pablo en Jerusalén para entregar una cuantiosa colecta a aquella pobre iglesia, fue encarcelado por el quiliarca Lisia, quien lo envió al procónsul romano Félix de Cesárea, donde paso dos años preso.

Le enviaron a Roma, donde los tribunales de Nerón decidirían sobre él. El viaje marítimo se dieron episodios particulares como el del naufragio y la salvación milagrosa, y durante el mismo el prestigio del apóstol se impuso al fin a sus guardianes (invierno de 60-61).

De los años 61 a 63 vivió San Pablo en Roma, parte en prisión y parte en una especie de libertad condicional y vigilada, en una casa particular. En cautiverio escribió por lo menos tres de sus cartas: la Epístola a los efesios, la Epístola a los colosenses y la Epístola a Filemón.

Una vez que los tribunales imperiales consideraran poco consistente las acusaciones, le declaran libre y reanudó su ministerio; pero a partir de este momento la historia no es tan precisa.

Se conoce que Pablo anduvo por Creta, Iliria y Acaya; con mucha probabilidad estuvo también en España. De este período datarían dos cartas de discutida atribución, la primera Epístola a Timoteo y la Epístola a Tito; también por entonces habría compuesto la Epístola a los hebreos. Se percibe en ellas una intensa actividad organizadora de la Iglesia.

En el año 66, posiblemente desde la Tréade, Pablo fue nuevamente detenido por denuncia de un falso hermano.

Desde Roma escribió la más conmovedora de sus cartas, la segunda Epístola a Timoteo, en la que expresa su único deseo: sufrir por Cristo y dar junto a Él su vida por la Iglesia.

Vivió los últimos meses de su existencia iluminado solamente por esta esperanza sobrenatural, encerrado en la cárcel y humanamente abandonado por todos.

Fue condenado a muerte; según la tradición, como era ciudadano romano, fue decapitado con la espada, probablemente en el año 67 d. C., no lejos de la carretera que conduce de Roma a Ostia.

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