Todo empieza con un Autor: Dios como Creador Supremo
En el mundo del emprendimiento cristiano, donde se producen libros, música, contenido digital, conferencias, software y más, la conversación sobre derechos de autor no debe ser ignorada. No se trata solo de leyes humanas o propiedad intelectual, sino de un principio espiritual que comienza con una verdad esencial: Dios es el Autor original de todo lo que existe.
Desde el principio, la Escritura afirma:
“En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Génesis 1:1, RV1960).
No hay obra sin autor. No hay creación sin mente creativa. No hay diseño sin intención. Y Dios no solo creó la materia, sino también la belleza, la música, la palabra, la sabiduría y toda expresión artística o técnica que el ser humano desarrolla.
Cuando un creyente produce una obra —ya sea un himno, un libro, una predicación, un software o una estrategia de negocios— participa de manera secundaria en la creatividad divina. Pero nunca debe olvidar que Dios sigue siendo el autor de toda inspiración. Como dijo Pablo:
“Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén” (Romanos 11:36, RV1960).
El valor de lo original: identidad, integridad y propósito
En una época donde las copias digitales, los plagios y los contenidos replicados abundan, es urgente levantar una ética cristiana que valore lo original. No se trata solo de registrar una idea para evitar que otros la usen sin permiso. Se trata de reconocer que cuando copiamos sin dar crédito, violamos no solo una ley, sino también un principio espiritual: el respeto a la autoría y al propósito.
Cada creación genuina es fruto de un proceso interno, de un esfuerzo y de una intención. Copiar sin autorización es robar. Y la Biblia no es ambigua al respecto:
“No hurtarás” (Éxodo 20:15, RV1960).
Aunque se trate de “solo una melodía” o “unas pocas páginas”, lo que está en juego es el testimonio del creyente y la justicia que representa.
Por otro lado, cuando imitamos indiscriminadamente el trabajo ajeno, también perdemos nuestra identidad. Dios no nos llamó a replicar, sino a crear en obediencia a nuestro llamado único. Pablo exhorta: “Cada uno quede en la vocación en que fue llamado” (1 Corintios 7:20, RV1960).
Dios no necesita clones. Necesita siervos fieles a lo que les encomendó.
Los derechos de autor como protección de la vocación
El concepto legal de derechos de autor no contradice el principio cristiano de compartir. Lo que protege es la integridad del mensaje, la autoría del creador y la justa retribución por su trabajo. En palabras de Jesús:
“El obrero es digno de su salario” (Lucas 10:7, RV1960).
Reconocer los derechos de autor es honrar el trabajo ajeno, y también proteger lo que nosotros mismos hacemos. Muchos autores cristianos han sufrido el uso indebido de sus obras, incluso por parte de otros creyentes que actúan con buena intención, pero sin respeto legal, ni espiritual. ¿Cómo queremos que otros valoren nuestras ideas, si nosotros mismos no respetamos las ajenas?
La ética cristiana en el emprendimiento debe ir más allá del mínimo legal. Debe reflejar el corazón de Dios, que se deleita en la justicia, la verdad y la fidelidad.
Imitación o Inspiración: ¿Dónde está la línea?
Es válido aprender de otros, inspirarse, crecer al observar modelos. Incluso Pablo escribió:
“Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo” (1 Corintios 11:1, RV1960).
Pero esta imitación es de carácter y fe, no de contenido exacto. Hay una línea clara entre ser influenciado por alguien y reproducir su trabajo como si fuera propio. La creatividad cristiana no debe nacer de la competencia, sino del Espíritu. Como dice la Escritura:
“Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere” (1 Corintios 12:11, RV1960).
La originalidad en Cristo no es vanidad. Es fidelidad al don recibido. Quien crea desde su comunión con Dios bendice más que quien sólo reproduce.
La música, los libros y la enseñanza: instrumentos para edificar, no para lucrar sin límites
En el campo cristiano, donde se produce contenido devocional, teológico o formativo, algunos creen que el conocimiento debe ser gratuito. Sin embargo, la Biblia presenta un equilibrio: lo espiritual debe compartirse generosamente, pero también puede ser sostenido con justicia. Pablo pregunta:
“Si nosotros sembramos entre vosotros lo espiritual, ¿es gran cosa si segaremos de vosotros lo material?” (1 Corintios 9:11, RV1960).
El problema no es recibir, sino lucrar sin propósito, comercializar sin edificar, vender sin servir. Cuando una canción o un libro se convierte solo en una fuente de ingresos, y no en un instrumento de transformación, se ha perdido el propósito original. Cada obra cristiana debe nacer del deseo de glorificar a Dios y edificar al prójimo. Si eso está presente, el uso legítimo de derechos de autor es completamente compatible con el Reino de Dios.
Dios no necesita permiso, pero merece todo el crédito
En última instancia, todo lo que producimos pertenece a Dios. Él no necesita pedirnos licencia para usar nuestras vidas, nuestras voces, nuestras ideas. Él es el Autor de todos:
“Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras” (Efesios 2:10, RV1960).
Lo mínimo que podemos hacer como empresarios, músicos, escritores o líderes es reconocer que toda creatividad, habilidad y recurso proviene de Él. La autoría humana tiene límites. La divina no. A Dios no se le da crédito por cortesía, sino por justicia.
Conclusión: Emprender con integridad, crear con propósito
La ética del autor cristiano debe fundarse en estos principios:
- Dios es el Creador original, fuente de toda belleza y verdad.
- Lo original tiene valor, porque refleja identidad y propósito.
- Los derechos de autor son expresión de justicia, no de egoísmo.
- Imitar sin permiso es robar, pero inspirarse con respeto edifica.
- Toda creación cristiana debe apuntar al Reino, no al ego o al lucro.
No se trata solo de registrar una obra, sino de reconocer de quién vino la idea y para qué fue dada. El mundo necesita creadores con identidad, con integridad y con una visión espiritual clara. No necesitamos más copias. Necesitamos más siervos que escriban, canten, diseñen y lideren como fieles administradores de la gracia multiforme de Dios (1 Pedro 4:10).
Más información en el siguiente enlace: https://www.logos.university/post/servir-ense%C3%B1ando-formaci%C3%B3n-docente-para-el-ministerio-en-la-era-digital
Por María del Pilar Salazar
Decana Académica
Univ. Logos
YouTube: https://www.youtube.com/@LeccionesdeBibliayCiencia
Facebook: https://www.facebook.com/leccionesbibliayciencia/
Instagram: https://www.instagram.com/leccionesdebibliayciencia/