JESUCRISTO ES EL MISMO

AYER, Y HOY, Y POR LOS SIGLOS

Es importante para nosotros saber que Jesucristo es así, que no cambia en su amor, en su interés y en su valoración de nosotros.

El sigue teniendo el mismo amor que nos cautivó al principio. Su interés, que le llevó a la cruz para rescatar­nos, sigue siendo igual. Para él somos importan­tes porque nos ama; somos valiosos, ¡le costamos un precio muy alto!

Es verdad que El tomó forma humana con sus limitaciones, y ahora está en el Cielo glorifica­do, con aquella gloria que tuvo con el Padre antes de que el mundo fuese; tal gloria que cuando Juan le ve en la isla de Patmos cae al suelo como muerto. Es en sus sentimientos y afectos hacia nosotros que no cambia. Su amor es eterno y su proyecto de salvación fue planeado antes de que el mundo fuese.

Cuando Dios creó todas las cosas las hizo buenas en gran manera. El ama todo lo que ha hecho, porque lo ha hecho y lo conoce. Cuida y alimenta a los pajarillos, viste las flores con sus hermosos colores, hace correr los ríos que son la habitación de los peces. ¡Dios mismo describe el cuidado que despliega en su Creación en Job capítulos 38-41! Jesucristo ha sido así y lo sigue siendo, ¡no ha cambiado!

LA VIDA CAMBIA VERTIGINOSAMENTE

Sin embargo vivimos en un mundo cambiante donde nada es igual de un momento a otro. Hay cambios en la política nacional y mundial. Cambia nuestro entorno en el barrio y en la ciudad. Hay cambios en la familia, cambios en nuestras circunstan­cias, en nosotros mismos… La vida misma es así ¡los muertos no cambian! A veces los cambios son agradables, otras veces son traumáticos y terri­bles como la misma muerte.

Recuerdo una hermana que me comentaba lo bien que estaba, su esposo la amaba y sus hijos como polluelos estaban alrededor de ella, no la faltaba de nada, salud, dinero suficiente y de sobra. Pero estaba asustada pensando cuánto duraría esa situación. Hoy todo ha cambiado para ella, la enfermedad ha clavado sus dientes con fuerza en su cuerpo y ya nada es igual.

Después de cada cambio las cosas no vuelven a ser iguales, ni tampoco como nosotros hubiéramos querido que fueran. Pero no tienen por qué ser malos ya que el Dios que no cambia está por nosotros y su promesa es que “Todas las cosas ayudan al bien de los que le aman” Romanos 8:28. Tenemos que mirar con cuidado esta promesa, porque no dice que (“todas las cosas les salen bien a los que aman a Dios”, sino que “ayudan a bien”) Y esas cosas son los cambios de nuestra vida que he mencionado brevemente.

¡CUANTAS DE LAS MISERIAS HUMANAS LAS PRODUCE EL DIABLO Y LUEGO ACUSA A DIOS DE HACERLAS!

Pero es importante conocer a un personaje que está empeñado en confundirnos y engañarnos respecto a Jesucristo y a nosotros mismos, especialmente cuando los cambios por los que pasamos son duros y terribles. Jesús le retrata en Juan 8:44, de una manera dura, pero clara: Homicida y mentiroso, ¡un verdadero profesional de la mentira! En Apocalipsis 10:12, es llamado “el acusador”.

Le vemos “trabajando” en Génesis y en el libro de Job. En Génesis hace una ridícula caricatura de Dios cuando tienta a Eva: “Dios os ha engañado, no moriréis como él dice, lo que pasa es que es un egoísta y tiene miedo de que lleguéis a ser iguales que él”.

En Job acusa a éste delante de Dios y provoca la terrible calamidad por la que pasa. Luego usa a los tres amigos de Job que van “a consolarlo” para destrozarlo psíquica y espiritualmente con sus acusaciones. Podríamos resumir sus discursos en esta corta frase: “Job, tú eres un miserable, falso e hipócrita, y Dios se ha converti­do en tu enemigo”.

Es interesante considerar a estos hombres que declaran que Dios ha hecho todo lo que a Job le ha sucedido, ¡le hacen responsable de sus calami­dades! ¿Pero quién era el responsable? ¿Quién había arruinado a Job? ¿Quién había matado a sus hijos? ¿No fue el diablo? ¡Qué lecciones tan importantes para considerar! ¡Cuántas calamidades provoca el diablo y luego acusa a Dios de hacer­las!

El acusador y mentiroso, quiere llevarnos al punto donde veamos a Dios como culpable de nuestras calamidades porque ya no es el que era para con nosotros.

Es hay donde hemos de estar firmes: El no cambia, y a pesar de lo que somos, nunca será nuestro enemigo, ni nos tratará mal. Por muchos dramas hemos de pasar todavía cuyo transfondo no conoce­remos hasta Aquel Día, pero confiemos que “Jesu­cristo es el mismo  ayer, y hoy, y por los siglos” Hebreos 13:8.

Feliciano Briones

Cursos Bíblicos

Apartado 2.459

28080 MADRID

Leave a Comment

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.

WeCreativez WhatsApp Support
Nuestro equipo de atención al cliente está aquí para responder a sus preguntas. Pregúntanos cualquier cosa!
👋 Hola, ¿cómo puedo ayudar?