(Te pedimos que leas con cuidado las citas bíblicas que vienen en este pequeño estudio para que comprendas mejor la enseñanza)

Recibir al Espíritu Santo es un suceso inolvidable en nuestras vidas que las cambian de arriba a abajo. Al igual que podemos hablar de que hemos nacido de nuestros padres porque aquí estamos y vivimos, tenemos conciencia también del tiempo cuando recibimos al Espíritu Santo naciendo así de nuevo.

Porque:

Recibir al Espíritu Santo es el Nacer de Nuevo de S. Juan 3:5‑7. Y este Nuevo Nacimiento viene a ser en nuestra experiencia más notable e impresionante que el primero.

Es pasar de muerte a vida. S. Juan 5:24 y Efesios 2:1. Y esto es algo que cada persona que lo experi­menta puede hablar con seguridad de ello.

Es que Dios nos traslada del poder de las tinieblas al Reino de su Amado Hijo. Colosenses 1:13‑14. Hechos 26:18. Es algo que no se olvida, que llena nuestras vidas y cambia toda nuestra manera de ser y de actuar.

Recibir al Espíritu Santo es igual a la conversión y al Nuevo Nacimiento que la Biblia menciona.

Con todas estas realidades ese suceso se hace inolvidable para quien lo experimenta y lo puede contar con facilidad porque no es algo inventado sino historia en su vida. Así lo vemos en la vida del apóstol Pablo cuya conversión es relatada en Hechos 9, y luego él mismo cuenta su experien­cia en otras ocasiones:  Hechos 22:6.21  y Hechos 26.

Al Espíritu Santo lo recibimos en lo íntimo de nuestro ser, cuando arrepentidos de nuestros pecados pedimos perdón a Dios e invitamos a Jesucristo a entrar en nuestro corazón. Desde ahí se convierte en el guía del creyente, Romanos 8:14. Su presencia dentro de nosotros nos da testimonio de que somos hijos de Dios, Romanos 8:16. Porque todos somos creación de El, pero no todos somos sus hijos, sólo los que creen de corazón en Jesu­cristo y le obedecen. Los que no nacen de nuevo no entra­rán en el Reino de Dios por más religiosos que sean.  Así era Nicodemo a quien Jesús dijo estas palabras. S. Juan 3:5.

La presencia del Espíritu Santo en nosotros produce un fruto, un carácter, una manera de vivir que es la de Cristo mismo. Gálatas 5:22‑23.  Esto es algo que antes de recibirlo JAMAS podíamos hacerlo, es notable, lo vivimos, lo experimentamos.

El Espíritu Santo nos da dones, capacidades de trabajo, para la Obra de Dios en la Tierra. 1ª Corintios 12:7‑11. Esto se ve en medio de un grupo de personas que han recibido a Cristo como su Salvador y todo lo anteriormen­te dicho es realidad en sus vidas.

Si no has recibido al Espíritu Santo todavía ¿Por qué no le pides ahora a Dios que te lo de?  S. Lucas 11:13.

 

 

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