Hay dos expresiones en el repertorio del castellano que expresan básicamente lo mismo:
“Como lo dijo Godoy, hasta luego, que me voy” y “Me piro, vampiro”.
Te guste más una versión u otra, ya sea por la connotación histórica o la rima, es elección tuya. Pero hoy, vamos a hablar de un tema que tiene un peso espiritual significativo: la esperanza de aquellos que partirán un día. Esto es lo que nos dice 1ª Tesalonicenses 4:13-18:
“Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros, los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras”.
Me pregunto si estarás entre los que un día dirán “me voy” o “me piro”. La elección de una expresión u otra da igual. Lo que realmente cuenta es que estés dentro del número que goza de esta esperanza, ya sea que fallezcas o que sigas presente cuando se produzca el arrebatamiento.
Si no estás entre los que serán llevados, experimentarás la transición de la época de la iglesia (“dispensación de la gracia”) a la del fin del mundo (“la Tribulación”). El último libro de la Biblia, el Apocalipsis, describe cómo se pasará de “los dolores de parto” a “la Gran Tribulación” una vez que se haya producido el rapto. Los capítulos del 6 al 19 de dicha profecía narran los sucesos que suceden a través de los 7 sellos, las 7 trompetas y finalmente las siete copas de la ira de Dios. Créeme, no quieres pasar por ello.
Una doctrina que se llama “la inminencia del rapto” establece que nadie tiene idea del momento exacto en que ocurrirá. Será inminente, es decir, todas las demás profecías ya se han cumplido y el siguiente suceso en el calendario escatológico es ese. Al decir “inminente”, me refiero a que será repentino y súbito. Pillará a todos los que no estén listos desprevenidos. Aquellos que ignoren estas advertencias experimentarán lo mismo que la generación de Noé. Los que presten atención y estén listos conocerán lo que Pablo describe en 2ª Timoteo 4:8: “Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que aman su venida”.
Por eso, más vale estar listos desde ya para que, cuando tenga lugar el rapto, de repente te des cuenta de que has sido transformado y te encuentras en las nubes. Esa es la esperanza. Y dicha esperanza tiene consecuencias:
“Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro” (1ª Juan 3:2-3).
¿Es esa tu anticipación y esperanza verdadera o crees que puedes vivir una doble vida y aún así evadir la Tribulación? Asegúrate de que te estás purificando para la segunda venida del Señor. Tus apariencias no engañan a Cristo, aunque a los demás sí.
El tiempo es oro, y cada día es una oportunidad para prepararte para el regreso del Señor. Recuerda que, al final, la verdadera esperanza radica en estar en paz con Dios y ser parte de Su familia.
El Tiempo es Oro:
Andrés Díaz Russell
Coordinador del programa
“ALGO DIOS VA A HACER”
Youtube: https://youtube.com/@algoDiosvaahacer